Terrarios para insectos

Algunos de los más comunes son las mantis religiosas, insectos palo, insectos hoja, escarabajos, colémbolos, grillos, orugas, e isópodos. Cada especie tiene requerimientos distintos en cuanto a ventilación, humedad y espacio. Por eso es importante elegir el tipo de terrario según el insecto que desees alojar.

Depende del uso. El acrílico ofrece visibilidad de 360° y es ligero; el vidrio es más resistente y adecuado para controlar humedad; la malla es ideal para insectos trepadores y orugas. También existen opciones en bambú decorativo para uso interior. Lo importante es que permita ventilación y sea seguro.

Un buen terrario debe tener ventilación adecuada, cierre seguro para evitar escapes, espacio proporcional al tamaño del insecto, y un sustrato compatible (como arena, musgo o fibra de coco). Algunos kits incluyen bebederos, decoración o túneles si el insecto lo requiere.

No todos los insectos pueden vivir en un terrario completamente cerrado. La mayoría necesita ventilación constante y acceso a alimento suplementario como frutas, hojas o néctar. Los terrarios bioactivos sí pueden incluir insectos beneficiosos como colémbolos o isópodos para mantener el equilibrio.

Los colémbolos (como Folsomia candida) y los isópodos son excelentes descomponedores. Se alimentan de materia vegetal muerta, controlan el moho y ayudan a mantener el ecosistema limpio. Son ideales en terrarios tropicales con alto contenido vegetal.

Retira restos de comida y excrementos cada semana. Cambia el sustrato cada 4 a 6 semanas, o antes si hay exceso de humedad o moho. Usa agua jabonosa para limpiar el interior, evitando productos abrasivos como alcohol. Si el terrario es acrílico, asegúrate de retirar la película protectora antes de usarlo.